En la historia de los videojuegos, pocos títulos pueden presumir de haber cambiado la industria para siempre. Super Mario Bros. no solo lo logró, sino que lo hizo desde su primer nivel. World 1-1 es mucho más que una introducción al juego: es una obra maestra de diseño que enseñó a los jugadores las bases de una forma intuitiva y natural, sin necesidad de tutoriales ni explicaciones. Con su lanzamiento en 1985, Shigeru Miyamoto y su equipo marcaron un antes y un después en la manera en que los videojuegos se diseñaban y se entendían.
El nivel perfecto de Super Mario Bros.
Para comprender la importancia de este nivel, es necesario viajar en el tiempo a la década de los ochenta. En ese entonces, la industria del videojuego aún estaba en pañales y el diseño de niveles era, en gran parte, un ejercicio de improvisación. Los desarrolladores trabajaban con recursos limitados y los juegos solían depender más de la habilidad del jugador que de una curva de aprendizaje bien pensada. No existían manuales sobre cómo hacer un buen nivel, y los videojuegos eran, en su mayoría, experimentos con mecánicas básicas y muchas veces confusas.
Sin embargo, Super Mario Bros. llegó para cambiarlo todo. Desde el momento en que el jugador tomaba el control de Mario en World 1-1, se encontraba con una lección magistral de diseño sin siquiera darse cuenta. Lo primero que ocurría era que el personaje aparecía en pantalla sin peligro inmediato, permitiendo que el jugador experimentara con los controles y entendiera que podía moverse hacia la derecha.A continuación, aparecía el primer bloque con un signo de interrogación, incentivando la curiosidad y enseñando que al golpearlo se obtenía una recompensa. Y después, el primer Goomba hacía su aparición, obligando al jugador a reaccionar y descubrir que podía saltar sobre los enemigos.

Cada elemento estaba colocado estratégicamente. La primera tubería impedía que el jugador simplemente avanzara sin saltar, enseñándole a realizar un movimiento fundamental en el juego. Un poco más adelante, el nivel introducía los bloques con monedas, los champiñones y la posibilidad de correr. Sin la necesidad de texto o instrucciones, el jugador aprendía lo necesario para continuar. Y es que el diseño del primer nivel de Super Mario Bros. cumple con una filosofía esencial: no dejar avanzar al jugador sin que haya aprendido las bases necesarias para enfrentar desafíos mayores.
Lo realmente impresionante es que este concepto sigue vigente hasta la fecha. Los juegos modernos continúan aplicando las lecciones del juego diseñado por Shigeru Miyamoto y Takashi Tezuka, entendiendo que un buen diseño de niveles debe guiar al jugador de manera orgánica, sin sobrecargarlo de información desde el inicio, dejando que el jugador aprenda mediante la exploración y la interacción con el entorno, en lugar de forzarlo a leer extensos tutoriales.

Pero la influencia de Super Mario Bros. no solo se limita al diseño de niveles. También estableció estándares en términos de control, ritmo y accesibilidad. Hasta ese momento, muchos juegos eran extremadamente difíciles desde el inicio, lo que limitaba su alcance a un público más experimentado. Miyamoto entendió que para que un juego fuera exitoso, debía atraer tanto a jugadores novatos como a veteranos, y eso solo era posible con una curva de aprendizaje bien diseñada.
Casí 40 años después de su lanzamiento, el juego sigue siendo un referente absoluto. Su impacto se siente en cada plataforma, en cada juego que introduce nuevas mecánicas de manera progresiva y en cada desarrollador que estudia su estructura para mejorar sus propios proyectos. Es un recordatorio de que la genialidad no reside en la complejidad, sino en la capacidad de comunicar ideas de manera clara y efectiva.
Es posible que con los avances tecnológicos los videojuegos sean cada vez más sofisticados, pero la esencia del buen diseño sigue siendo la misma que Miyamoto y su equipo nos enseñaron en 1985: si quieres que un jugador aprenda, deja que el juego hable por sí mismo.
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