A lo largo de la historia de los cómics, hemos sido testigos de escenas que trascienden el papel y se quedan grabadas en la memoria colectiva de los fans. Pero hay ocasiones en las que la ficción se sale por completo del molde y nos regala un instante tan inesperado como potente, tan simbólico como emocionante. Uno de esos momentos ocurrió en 2004, cuando Superman, el Último Hijo de Krypton, empuñó nada más y nada menos que el Mjolnir, el mítico martillo de Thor.
Superman, un digno portador del martillo de Thor
Este evento sucedió en el número 4 de JLA/Avengers, publicado en marzo del 2004, uno de los crossovers más ambiciosos y celebrados de la historia entre Marvel y DC Comics, un encuentro que dejó claro que el multiverso no tiene límites cuando se trata de reunir a los héroes más poderosos de la ficción para enfrentarse a una amenaza común. El villano en cuestión fue Krona, una entidad demente con el poder de distorsionar realidades enteras, quien decidió invadir todos los rincones de los universos con un ejército de villanos. Su propósito: quebrar la estructura misma del tiempo, el espacio y la identidad.
En medio de este caos, se dio uno de los momentos más explosivos del crossover. Superman, siempre al frente de la resistencia, luchaba por contener la fuerza destructiva de Krona. Pero incluso con todo su poder kryptoniano, el héroe se encontró frente a una barrera de energía que parecía impenetrable. No había forma de avanzar, hasta que algo inesperado ocurrió: Thor, agotado por el combate, lanzó su martillo con la esperanza de que alguien pudiera tomarlo y dar el golpe final. Para sorpresa de todos, Superman lo atrapó al vuelo, convirtiéndose momentáneamente en portador del arma más simbólica del panteón asgardiano.

Ese instante fue, sencillamente, apoteósico. Superman, portando el escudo del Capitán América y empuñando el Mjolnir, rompió la barrera de Krona con una fuerza que mezclaba poder físico, voluntad inquebrantable y un sentido del deber que siempre lo ha caracterizado. Fue la fusión perfecta entre dos universos y dos filosofías heroicas: el deber divino del Dios del Trueno y la esperanza indestructible del Hombre de Acero.
Ahora bien, no tardó en surgir la pregunta: ¿cómo fue posible? ¿No se supone que solo los “dignos” pueden levantar el Mjolnir? Esa es la base del encantamiento que Odin colocó sobre el martillo. Y aquí es donde entra uno de los matices más interesantes del crossover. Después de la batalla, cuando Superman intentó devolver el martillo a Thor, no pudo levantarlo de nuevo. Fue entonces que el dios nórdico explicó que, en momentos de desesperación, el encantamiento del Mjolnir puede “relajarse” y permitir que otros lo utilicen, siempre y cuando la causa lo justifique.

¿Significa eso que Superman no es digno? Esa interpretación está abierta al debate, y los fans no han dejado de discutirlo desde entonces. Hay quienes creen que el martillo simplemente reaccionó a la urgencia del momento, pero hay otros que sostienen que Superman siempre ha sido digno, solo que el martillo responde a su manera. DC incluso ha dejado pistas en ese sentido en algunas de sus historias posteriores.
Lo cierto es que ese momento no fue solo un golpe espectacular en medio de una pelea, fue un símbolo. Ver a Superman levantar el martillo de Thor fue la representación visual perfecta de lo que significa ser un héroe en cualquier universo: alguien dispuesto a sacrificarse, a resistir hasta el final, a defender la vida aunque las probabilidades estén en su contra.
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