Expectantes de cualquier novedad sobre GTA 6, actualmente vivimos en una época donde endiosamos la saga de Rockstar y olvidamos que también ha tenido entregas bastante penosas. Tal es el caso de GTA Advance, título creado exclusivamente para el Game Boy Advance de Nintendo. Aunque conectado narrativamente con GTA III, su intento por trasladar la libertad y el caos del mundo abierto a una portátil terminó estrellándose, convirtiéndose en uno de los juegos peor valorados de toda la franquicia.
El peor GTA en la historia de Rockstar Games
En 2004, cuando la serie ya había dado el salto al 3D con GTA III y revolucionado el género de mundo abierto, Rockstar Games decidió lanzar una versión portátil. El desarrollo estuvo a cargo de Digital Eclipse, un estudio conocido en es emomento más que nada por ports y adaptaciones. Llevar una experiencia tipo GTA a la limitada GBA fue una apuesta arriesgada, tanto técnica como creativamente: un solo cartucho debía contener una ciudad viva, vehículos, crimen y narrativa.
Lo cierto es que la ejecución fue... desigual. Aunque se agradeció el esfuerzo por mantener una historia conectada con la saga principal y el intento de simular libertad, el control era torpe, los gráficos rudimentarios y la música prácticamente inexistente. La crítica fue tibia y los jugadores, crueles. En Metacritic, el juego tiene una nota de 68 por parte de la prensa especializada, pero los usuarios lo castigaron con un 4.1, colocándolo al fondo de la lista de títulos de la serie.
A pesar de sus fallas, hay que reconocer que GTA Advance fue una proeza técnica en su momento. Poner un sandbox (aunque recortado) en una consola tan limitada fue una locura creativa. Sí, salió mal, pero los desarrolladores intentaron lo impensable: llevar el caos urbano de GTA a un formato portátil en una época donde eso sonaba a ciencia ficción.
GTA Advance es uno de esos casos donde la ambición fue mayor que la tecnología disponible, y lo que pudo ser una hazaña terminó siendo una anécdota incómoda dentro del legado de Rockstar. Pero el juego también es una prueba de que incluso los gigantes tropiezan, y que de esos tropiezos también se aprende.
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