Hay videojuegos que envejecen como el vino, y otros como la leche. Hay títulos a los que el paso de los años se les nota a simple vista, y otro que, aunque muestran algunas grietas en su armadura, siguen transmitiendo la misma emoción que la primera vez que los encendimos. Son estos últimos de hecho, los que terminan convirtiéndose en auténticos titanes de la industria, y hoy, a 20 años de su lanzamiento, tocó volver a jugar uno de ellos: God of War, lanzado para PlayStation 2.
Cuando en marzo de 2005 colocamos ese disco en nuestras PS2, no eramos ni por atisbo conscientes de lo que Santa Monica Studio estaba a punto de regalarnos. La primera vez que Kratos apareció en nuestras pantallas, furioso, cubierto de cenizas y con esas inconfundibles Espadas del Caos girando a su alrededor, sabíamos que algo había cambiado, que habíamos encontrado a un nuevo antihéroe que no solo desafiaría a los dioses, sino también a la misma estructura de los videojuegos de acción y aventura.
El impacto de la furia espartana
God of War llegó en una época donde el hack and slash ya tenía sus grandes referentes: Devil May Cry, Ninja Gaiden, entre otros. Sin embargo, Kratos no se limitó a imitar, sino que marcó su propio camino. Su violencia sin tapujos, su narrativa oscura y el equilibrio casi perfecto entre acción frenética, plataformas desafiantes y acertijos bien pensados, hicieron que destacara desde el primer momento.

¿El secreto? Una historia que, aunque simple en apariencia, estaba cargada de tragedia, ambición y venganza. Kratos no era el clásico héroe luminoso; era un hombre quebrado, consumido por la culpa y por las decisiones que lo llevaron a convertirse en el esbirro de Ares. Ver los flashbacks de Kratos asesinando a su propia familia, con las llamas y la sangre como único testigo, me ha vuelto a helar la sangre. Y es que tengamos en cuenta, que en 2005 este tipo de narrativa cruda aún no era tan común en los videojuegos de acción.
God of War es una carta de amor a la mitología y la Antigua Grecia
El escenario de God of War también fue uno de sus puntos más fuertes. Esta reinterpretación de la Antigua Grecia está llena de vida (y muerte), desde la brutal batalla naval en el Mar Egeo hasta las calles en ruinas de Atenas asediada por Ares, cada locación es una postal memorabble si tenemos como contexto las limitaciones de la PS2 en comparación a consolas actuales.
Pero fue en el Templo de Pandora donde realmente se construyó la leyenda. Este escenario es una mezcla perfecta de misterio, mitología y desafío. Cada habitación es una trampa sacada directamente de la mente de un dios cruel. Las secciones dedicadas a Hades, Poseidón y Atlas no solo serven como homenaje a los mitos griegos, sino que construyen un universo que, aunque fantástico, se siente tangible y auténtico.

Lo mismo ocurre con el Inframundo, un mar de sangre y huesos donde las almas caían a la Laguna Estigia. Un escenario tan sombrío que solo puede compararse con la oscuridad que carga Kratos en su interior. Es este enfoque artístico, este diseño de mundos y personajes a cargo de David Jaffe y su equipo de desarrollo siguen siendo uno de los sellos distintivos de la saga hasta nuestros días.
Una jugabilidad que aún atrapa, pero se notan los años
Hablar de God of War es hablar también de sus icónicas Espadas del Caos, un par de hojas unidas a cadenas que nos permitdn destrozar enemigos con combos. El sistema de combate es generoso para quienes solo quieren machacar botones, pero lo suficientemente profundo para los que buscan dominar cada ataque y realizar combinaciones brutales gracias a las habilidades mágicas que Kratos va ganando en el camino.
Si bien se nota el paso de los años, la jugabilidad de GoW sigue siendo tan frenética como divertida
El frenesí de las peleas se equilibraba con las secciones de plataformas y los rompecabezas. Admito que más de una vez me quedé atascado en el Templo de Pandora, rompiéndome la cabeza para encontrar la pieza que me permitiera abrir la siguiente puerta. Pero era esa mezcla de adrenalina y paciencia lo que hace que cada avance se sienta como una victoria épica.

Y no podemos olvidar los eventos de tiempo rápido (QTE), que aunque hoy muchos critican por estar sobreutilizados en la industria, en su momento fueron revolucionarios. Acabar con la Hidra o derrotar al Guardián de Pandora con una secuencia de botones cronometrados es tan satisfactorio hoy como hace 20 años.
Es cierto, no todo ha envejecido bien. Hoy en día, al retomar God of War, los saltos pueden sentirse torpes, la cámara fija a veces se vuelve un enemigo más y el equilibrio sobre vigas sigue siendo más frustrante que satisfactorio. Al final de cuenta, asperezas son parte de su encanto, hijas de su época.
Y es que visto desde otro ángulo, el juego es un recordatorio de una era donde los límites tecnológicos se empujaban constantemente y donde las ideas innovadoras tenían que convivir con las limitaciones del hardware. Y, pese a ello, God of War sigue siendo tan divertido y adictivo como lo fue hace 20 años.

Kratos, un símbolo de PlayStation
Volver a los origenes de Kratos hace que su evolución como personaje sea aún más evidente: pasó de ser un guerrero rabioso a un padre complejo y vulnerable en las entregas más recientes. Pero en 2005, Kratos era pura rabia, y fue esa furia la que nos conquistó.
God of War es un clásico que no solo definió una saga, sino una etapa de nuestras vidas
El Fantasma de Esparta se convirtió en uno de los nombres más icónicos de la industria, el Dios de la Guerra se volvió una de las caras más reconocibles de PlayStation. Un guerrero espartano tatuado y encadenado que, sin proponérselo, se convirtió en el rostro de una generación de jugadores. Su viaje, lleno de venganza y tragedia, es un espejo oscuro de las batallas internas que se deben librar.

El legado que comenzó en PlayStation 2 se expandió con cada nueva entrega, cada una más ambiciosa y cinematográfica que la anterior. Sin embargo, volver a la entrega de 2005 es un recordatorio de por qué hay tanto jugador enamorado de esta saga. God of War no solo reinventó el género; también nos hizo volver a amar la mitología griega. Antes de Kratos, el Olimpo estaba plagado de dioses solemnes y relatos escolares, después de él, los dioses eran personajes llenos de matices, defectos y pasiones humanas.
Santa Monica Studio no solo nos dio un videojuego; nos dio una épica. Una historia donde los dioses podían sangrar, y donde un simple mortal, armado con furia y cadenas, podía desafiar al mismísimo Ares y ganarse un lugar en el Olimpo. Así que feliz 20 aniversario a Kratos, y que los dioses te sigan temiendo.
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