Studio Ghibli ha sido, durante décadas, sinónimo de animación de calidad, historias conmovedoras y una sensibilidad única para capturar la esencia de la naturaleza y la humanidad. Sin embargo, dentro de este prestigioso estudio, Isao Takahata siempre se destacó por su enfoque más realista y narrativamente desafiante. The Tale of Princess Kaguya (2013) fue su última obra antes de su fallecimiento, y en ella nos entregó una pieza que no solo es visualmente deslumbrante, sino también profundamente filosófica y crítica sobre la condición humana.
Una bellísima carta de despedida de Takahata
Inspirada en El cuento del cortador de bambú, un relato tradicional japonés del siglo X, la película sigue la historia de una niña que es descubierta dentro de un tallo de bambú por un humilde leñador. Criada con amor y ternura en el campo, la niña crece con una conexión inquebrantable con la naturaleza y la simplicidad de la vida rural. Sin embargo, el hallazgo de riquezas en el mismo bosque por parte de su padre adoptivo lo lleva a convencerse de que su hija está destinada a una vida de princesa. Con la intención de darle un futuro mejor, la familia se muda a la ciudad, donde Kaguya es forzada a adaptarse a un mundo de rígidas reglas y superficialidad.
La historia, aunque arraigada en la tradición japonesa, resuena universalmente. Es un relato sobre el conflicto entre la libertad y las expectativas sociales, sobre cómo el deseo de asegurar una vida cómoda puede, paradójicamente, robarle a alguien su verdadera felicidad. Takahata, con su mirada aguda, no idealiza ni condena abiertamente a sus personajes. Su aproximación es sutil pero devastadora: el amor del cortador de bambú es genuino, pero su obsesión por el bienestar material de su hija termina por convertirse en su mayor error.

Uno de los aspectos más impresionantes de la película es su estilo visual. A diferencia del detallado y colorido mundo de otras producciones de Ghibli, aquí Takahata opta por una estética que recuerda a las pinturas sumi-e y los rollos ilustrados del período Heian. Cada trazo parece vivo, a veces delicado y otras veces intenso, como si la animación misma reflejara el estado emocional de Kaguya. En escenas clave, como su huida desesperada del palacio, los trazos se vuelven más toscos y frenéticos, transmitiendo angustia y desesperación de una manera que difícilmente se podría lograr con técnicas más tradicionales de animación.
Otro elemento que distingue a The Tale of Princess Kaguya es su carga espiritual. Mientras que muchas de las películas de Ghibli exploran la naturaleza y la mitología de manera sutil, esta historia se sumerge completamente en la religiosidad japonesa. La presencia de Amitabha, el buda más importante del budismo de la Tierra Pura, al final de la película es un recordatorio de la transitoriedad de la vida y el ciclo de renacimiento. En este sentido, Kaguya no solo es un personaje trágico, sino también una entidad que nunca perteneció del todo al mundo terrenal. Su destino es regresar al cielo, dejando atrás el dolor y las limitaciones de la existencia humana.

Sin embargo, no todo en The Tale of Princess Kaguya es contemplación y tristeza. La película también celebra la belleza de la vida cotidiana. Los momentos en los que Kaguya juega en el bosque, experimenta el cambio de estaciones o encuentra alegría en las cosas simples son algunos de los más conmovedores de la historia. Takahata nos recuerda que la felicidad rara vez se encuentra en la opulencia, sino en los pequeños momentos que muchas veces pasamos por alto.
A pesar de su maestría visual y narrativa, la película no es necesariamente accesible para todos los públicos. Su ritmo pausado y su duración (más de dos horas) pueden resultar desafiantes para aquellos acostumbrados a narrativas más dinámicas. Sin embargo, para quienes estén dispuestos a sumergirse en su poesía visual y emocional, la recompensa es inmensa.

En última instancia, The Tale of Princess Kaguya es una obra maestra que encapsula la visión artística de Isao Takahata. No es solo una adaptación de un cuento clásico, sino una profunda meditación sobre el deseo, la pérdida y la impermanencia. Es, en muchos sentidos, la despedida perfecta para un director que dedicó su vida a explorar la complejidad de la existencia humana a través de la animación. Con esta película, Takahata nos deja un último mensaje: la vida, por más hermosa que sea, es efímera, y quizás la única forma de honrarla verdaderamente es aprender a soltar.
The Tale of Princess Kaguya llega a Cinemex
Cinemex ha estado trayendo de vuelta algunos de los clásicos de Studio Ghibli a la pantalla grande. Primero fue la desgarradora La Tumba de las Luciérnegas y posteriormente El Viaje de Chihiro, película ganadara al Óscar como mejor animación. Ahora es el turno de The Tale of Princess Kaguya, la cual llega a las salas este 27 de abril.
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