Prácticamente desde sus inicios, God of War se ha convertido en un título reconocido no solo por su trepidante acción, sino también por su brutal violencia. Sin embargo, lo que pocos fanáticos saben es que, en Japón, el primer juego del Fantasma de Esparta resultó muy distinto en lo que a violencia se refiere. Para que lo compruebes, aquí tienes 4 ridículas censuras que destruyeron la esencia del primer God of War.
El ataque a los civiles no está permitido
En la versión original del primer God of War, había ocasiones en las que Kratos podía desquitarse con los civiles que huían despavoridos, eliminándolos sin piedad para recuperar orbes rojos. Pero en Japón, el Dios de la Guerra tuvo que sacar su lado más amable: los NPCs simplemente eran intocables, cambiando el sentido de esas ejecuciones que, aunque gratuitas, vaya que nos hacían sentir como el verdadero destructor del Olimpo.

Las espadas del Caos no tienen filo
Otra censura importante en la adaptación que hizo Japón de God of War radica en el desmembramiento de nuestros enemigos. En la versión occidental, el Fantasma de Esparta repartía espadazos y desarmaba (literalmente) a sus enemigos, cortando extremidades como si fueran de mantequilla. En Japón, nada de eso: las Espadas del Caos solo causaban heridas “limpias”, sin amputaciones ni desmembramientos sangrientos.

En Japón, nada de topless
La censura, por supuesto, también llegó al apartado visual. Si recuerdas las escenas con personajes femeninos semidesnudos, diosas o voluptuosas ninfas, olvídalas en la versión japonesa. En la variante nipona de God of War, todas las mujeres aparen completamente cubiertas, eliminando uno de los elementos más icónicos del juego. No es algo que precisamente se extrañe, pero en el contexto griego ciertamente resulta chocante debido a que la desnudez era un aspecto común en el arte y la mitología de la época.

Contra los humanos: no; contra los monstruos: sí
Por último, la icónica escena del sacrificio del solado encerrado en una jaula también sufrió modificaciones. En la versión original, durante nuestra estancia en la cámara de Pandora, Kratos empuja a un pobre humano encerrado en una jaula de metal para activar un mecanismo. Pero en Japón, decidieron que eso era demasiado cruel y lo cambiaron por un monstruo. Aparentemente, arrojar una criatura mitológica al abismo es mucho más aceptable que sacrificar a un desafortunado mortal.

Lo cierto es que, aunque la historia sigue intacta, la censura en Japón sí modificó aspectos clave de la esencia del primer God of War. No es solo un cambio visual o un ajuste menor: es una alteración que le quita parte de esa crudeza y brutalidad que lo hacían sentir tan mitológico y despiadado. Al final del día, sigue siendo el mismo juego, pero con menos filo, como si le hubieran limado los colmillos a una bestia cuya pura y dura naturaleza es la de ser salvaje.
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