Si creciste entre RPGs occidentales y tardes infinitas explorando Cyrodiil, sabes que The Elder Scrolls IV: Oblivion no fue solo un hito en los mundos abiertos, también fue el escenario de una de las polémicas más tempranas y memorables en torno a los DLC. Y no, no hablamos de una expansión con nuevas zonas o historias épicas. Hablamos de... una armadura para caballos.
El DLC más polémico de Oblivion está de regreso
Sí, aquella armadura de caballo que en 2006 costaba 2.50 dólares y que no hacía absolutamente nada más que verse "bonita", vuelve para Oblivion Remastered. En ese entonces, la comunidad gamer se volcó en críticas: ¿cómo era posible que Bethesda intentara cobrar por algo tan superficial? ¿Era esto el principio del fin? ¿Estábamos presenciando la comercialización sin alma del contenido descargable?
Diecinueve años después, en pleno 2025, esa misma armadura para caballos viene en un DLC “Deluxe” de 10 dólares que también incluye nuevas misiones y armas. Curiosamente, ahora la reacción ante este contenido descargable no ha sido de furia, sino de nostalgia.
Y eso dice mucho sobre cómo ha cambiado la industria, pero también sobre cómo hemos cambiado nosotros como jugadores. En 2006, la idea de pagar por cosméticos era ofensiva. Hoy, skins de 20 dólares son pan de cada día en cualquier multijugador, y muchas veces, sin siquiera una pizca del encanto que tenía esa armadura brillante de caballo. Bethesda, sin quererlo —o quizás con toda la intención del mundo—, ha cerrado el círculo.

La nueva versión de The Elder Scrolls IV: Oblivion
El anuncio oficial de The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered cayó como una bomba: gráficos renovados, más actores de voz, combate mejorado, movimiento más fluido (finalmente podemos correr), ajustes de calidad y todos los DLC originales incluidos.
El juego, que ya está disponible para PS5, PC y Xbox Series X/S (incluido en las suscripción de Game Pass) es una oportunidad de redescubrir uno de los mundos más queridos de Bethesda con mejoras modernas, y una excusa perfecta para recordar cómo eran las cosas en los RPG hace casi 20 años.
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