Es un RPG que apuesta por la simplicidad y una experiencia más ligera, sacrificando la profundidad de sus raices. Reseña de Dragon Age: The Veilguard

Dragon Age The Veilguard Resena

Dragon Age: The Veilguard es un título que, por su misma naturaleza, no puede analizarse de forma aislada. Al ser parte de una saga que ha definido el RPG moderno, con un mundo detallado, historias ramificadas y una rica tradición, su impacto va mucho más allá de lo que ofrece por sí solo. El legado de Dragon Age es innegable, y la espera por una nueva entrega oficial después de Dragon Age: Inquisition ha sido larga y llena de incertidumbre para los fanáticos de la franquicia.

La última década fue tumultuosa para BioWare, con proyectos como Mass Effect Andromeda que no terminaron de salir como se esperaba, y que minaron la confianza de los seguidores de la desarrolladora, conocida en épocas doradas por ser capaz de crear títulos emblemáticos como la trilogía de Mass Effect, Baldur’s Gate y hasta el aclamado Star Wars Knights of the Old Republic.

Es así que Dragon Age: The Veilguard ha recorrido un largo camino desde sus primeros días de desarrollo, siendo un proyecto que pasó por varios reinicios y transformaciones. Pero finalmente el plazo se ha cumplido y hemos tenido la oportunidad de jugar la cuarta entrega de esta histórica saga. La gran pregunta es: ¿ha logrado BioWare satisfacer las expectativas de los fanáticos en términos de jugabilidad, narrativa y legado?

La historia: ¿un nuevo giro o una oportunidad perdida?

Dragon Age: The Veilguard comienza diez años después de los eventos del DLC The Trespasser de Dragon Age: Inquisition. El personaje principal, Rook, es un héroe personalizable, con una historia de fondo única según las decisiones del jugador en el creador de personajes. Desde el comienzo, el juego establece un tono grandilocuente: una trama épica en la que Solas, un personaje conocido por los fanáticos de la saga, busca abrir el Velo, una dimensión demoníaca que amenaza con destruir el mundo.

La narrativa en Dragon Age: The Veilguard se ha suavizado, a diferencia de sus tres predecesores.

El juego se desarrolla con la misma estructura narrativa que sus predecesores: reunir a un equipo de aliados de distintas facciones para enfrentarse a un gran mal. Sin embargo, la historia tiene una sensación de ligereza y accesibilidad que dista mucho de la profundidad emocional que caracterizó los títulos anteriores. Si Dragon Age: Origins e Inquisition trataron temas complejos como política, religión y esclavitud, The Veilguard opta por un enfoque mucho más simplificado.

Las decisiones que tomas durante el juego parecen menos impactantes y el tono general es mucho más ligero, lo que podría decepcionar a los jugadores que esperaban una historia tan madura como la de Inquisition. Sin embargo, lo que puede ser un desencanto para los veteranos, para los nuevos jugadores puede representar un extraordinario punto de acceso. La historia es capaz de sostenerse por sí misma desde el principio, y no hace falta ser un experto del universo que Dragon Age construyó en su trilogía original para lograr entenderla.

En ese sentido, Bioware ha priorizado el atraer a nuevos jugadores a la saga Dragon Age, en una apuesta que solo el tiempo dirá si fue la correcta. Lo cierto es que la narrativa de esta entrega, se siente como una despedida de todo lo que como jugador construimos en los primeros tres juegos, y como un reinicio suave que intenta darle una nueva cara a una saga que tuvo que esperar 10 años.

El sistema de diálogo del juego también ha sido reducido a opciones que a menudo se sienten demasiado simples, como respuestas que oscilan entre lo positivo, lo sarcástico y lo pasivo-agresivo. En cada respuesta lo único que cambia es el tono, pero no el fondo, dejando de manifiesto que se ha perdido una pizca de la complejidad emocional y moral que definía a los Dragon Age.

De hecho, las historias de los personajes secundarios brillan más que la narrativa principal. Los 7 reclutas del equipo de Rook vienen acompañados de contextos, circunstancias y relatos que les dan una dimensión de carisma y complejidad dentro del juego.

Cada una de las semblanzas de dichos personajes ha sido muy bien cuidada y tiene su grado de interés, generando una expectativa en las misiones de camaradas que haces para ganar cercanía y confianza con ellos: ya sea conocer la historia detrás de una tímida exploradora del velo, de un experto del inframundo o de una hechicera metida en los entresijos políticos de su ciudad natal, todas se sienten como historias interesantes que despiertan la curiosidad del jugador, y que muchas veces resultan más atractivas, matizadas y profundas que la aventura a gran escala donde un par de deidades élficas quieren destruir el mundo por el sencillo argumento de ser entes malignos.

Jugabilidad: La acción al frente

El combate en Dragon Age: The Veilguard resulta ser una mezcla curiosa que no termina de definir su identidad. El juego está impregnado de acción, con los jugadores controlando por completo a Rook y a dos compañeros que luchan de forma autónoma, en un sistema que se basa en combos de ataques cuerpo a cuerpo y a distancia, disponibles en versiones estándar y cargadas.

También se incorporan esquivas, defensas cronometradas y por supuesto habilidades mágicas especiales, lo que acentúa el enfoque en la acción. A pesar de este dinamismo, el juego conserva sistemas de RPG, sobre todo en lo que respecta a la progresión y construcción de personajes, aunque la simplificación de estos aspectos elimina gran parte de los elementos que históricamente daban carácter a la serie.

La jugabilidad en general se siente competente, ágil y flexible. Viene acompañada de una amplia variedad de opciones de dificultad, permitiendo a los jugadores ajustar la experiencia a sus preferencias, lo que es un punto positivo en términos de accesibilidad. La variedad de opciones disponibles asegura que personas con diferentes niveles de habilidad puedan disfrutar del juego. Sin embargo, la falta de impacto de los compañeros en el campo de batalla debilita las estrategias, ya que los encuentros se vuelven repetitivos.

El sistema de combate se aleja de la estrategía y da prioridad a la acción.

El diseño de los enfrentamientos no presenta muchas variaciones, y gran parte del desafío depende de las decisiones relacionadas con las configuraciones de los personajes más que de la toma de decisiones tácticas en tiempo real. Esto provoca que los combates, aunque rápidos, se vuelvan monótonos, y que los pocos encuentros interesantes con jefes no sean suficientes para romper la rutina de las batallas repetitivas.

Una vez que logras dominar el árbol de habilidades de tu personaje será difícil que caigas en batallas, sobre todo porque las opciones para recuperar salud son bastas, y van desde pociones que te permiten recuperar al 100% tu barra de salud, pasando por ayudas de compañeros con habilidades curativas, y hasta ataques específicos del propio Rook, los cuales además de generar daño provocan regeneración.

Mientras subimos de nivel los rivales solo se vuelven más resistentes y numerosos, pero no se vuelven más desafiantes, pues repiten los mismos patrones una y otra vez. En términos de dificultad, debemos decir que The Veilguard no tiene comparación con sus antecesores. Si con la historia querían hacerlo un juego más accesible, con el sistema de batalla termina por ser una declaración firme de intenciones. De hecho, más que un sistema de batalla enfocado al RPG, se siente como un hack and Slash en toda regla

Por otro lado, las misiones del juego se sienten fragmentadas. A diferencia de los juegos anteriores, que ofrecían un mundo que se sentía más amplio y una narrativa más fluida, en The Veilguard cada misión se presenta como una instancia separada. Esto puede ser una ventaja para los jugadores que prefieren una experiencia más lineal y directa, pero aquellos que buscaban la libertad de exploración del mundo de Thedas sentirán que les han dado una versión más anodina y elemental de un universo que solía despertar la curiosidad del jugador.

El mundo: visualmente impresionante, pero limitado

Uno de los elementos que marca la diferencia en Dragon Age: The Veilguard es su enfoque visual, que se aleja de los estilos anteriores de la saga. Esta vez, el juego adopta una estética estilizada y casi caricaturesca para darle vida a su mundo. Las razas, los biomas y la arquitectura poseen una identidad propia, lo que hace que cada rincón del juego se sienta único, aunque con resultados algo dispares.

Los escenarios en Dragon Age: The Veilguard destacan por sus texturas y colores vibrantes.

Si bien los diseños de los personajes recuerdan a los de una película de Pixar y no terminan por ser del todo convincentes, el mundo en el que habitan es realmente mágico y vibrante, con cada región ofreciendo un paisaje distinto que invitan a la contemplación con texturas, colores y detalles muy bien logrados en cada uno de sus escenarios.

Lástima que la interacción con el entorno no es tan rica como uno podría esperar de un juego de rol. El botín se limita a cofres específicos y puntos predeterminados para recolectar materiales u oro, lo que elimina el factor sorpresa y la aleatoriedad. El equipo de los personajes también se ve restringido, ya que solo algunos miembros del grupo pueden portar ciertos objetos, lo que restringe la variedad y la personalización del equipo.

En cuanto al apartado técnico, Dragon Age: The Veilguard sobresale por su estabilidad. Gracias al motor Frostbite, el juego ofrece una experiencia sólida desde el primer momento, con prácticamente ningún error. Los jugadores tienen la opción de elegir entre un modo a 30 FPS, con mayor resolución y detalles visuales, o un modo a 60 FPS, con un rendimiento más fluido pero con menor calidad gráfica. Vale resaltar que en todas mis horas de juego no encontré bugs ni caídas de rendimiento que arruinarán la experiencia o que me hicieran repetir misiones, lo que es destacable en un juego de una escala tan grande.

¿Vale la pena?

Dragon Age: The Veilguard es un juego sólido, pero se siente como una entrega que busca complacer a un público más amplio a costa de la profundidad y complejidad que hicieron a la saga tan querida. Si bien el combate es entretenido y el mundo es visualmente impresionante, la falta de interactividad, un sistema de diálogo simplificado y la pérdida de los temas profundos que definieron la serie dejan un vacío en el corazón de los fanáticos más veteranos.

Si eres un jugador casual que busca un juego de rol accesible y divertido, The Veilguard es una buena opción. Sin embargo, si eres un fanático de largo plazo de Dragon Age que esperaba una experiencia más rica y compleja, es posible que te sientas algo desconcertado.

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