“No se refugien en los videojuegos”: Esta era la postura del Papa Francisco que seguro incomoda a más de un gamer

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Jesús Zamora

Editor

El representante más combativo de la Iglesia católica ha muerto, cimbrando la institución en cada uno de sus niveles. Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, ha dejado este plano terrenal, y, aunque su figura por regla general era socialmente aceptada, lo cierto es que, como buen fanático y periodista de videojuegos, no puedo olvidar su controvertida postura frente al medio. Así es: el Papa tenía una visión que incomodó a más de un gamer, y eso también merece recordarse.

El Papa Francisco vs los videojuegos

Francisco murió la madrugada del pasado 21 de abril de 2025, tras complicaciones médicas que desembocaron en una neumonía bilateral. Su figura dejó una marca clara: fue un pontífice que no temió levantar la voz, ni en política, ni en temas sociales, ni en asuntos incómodos dentro de la misma Iglesia. Siempre hablaba desde la conciencia, incluso cuando eso le significaba ganarse detractores. Y fue precisamente esa forma de pensar la que lo llevó a lanzar una crítica directa hacia el mundo de los videojuegos.

El 31 de julio de 2016, durante una reunión con miles de jóvenes en las afueras de Cracovia, Polonia, el Papa lanzó un mensaje claro cuando pidió a los asistentes no refugiarse en cosas materiales, diciendo:

“Los incitó a decir NO a la droga de pensar sólo en sí mismos, en la propia comodidad. No se refugien en los videojuegos o en pantallas de ordenador, en lugar de participar en el activismo social y político para crear un mundo más justo.”
Los Videojuegos No Eran Lo Suyo Esta Era La Postura Del Papa Francisco Que Incomodo A Mas De Un Gamer

Por supuesto, a lo que se refería el Papa no era a una cruzada moralista contra los videojuegos. Su mensaje era una advertencia. Para él, el riesgo no era el medio, sino el uso que se le da: el refugio pasivo, la desconexión del otro, la ausencia de empatía. Francisco no odiaba los videojuegos, odiaba la indiferencia.

Aun así, resulta evidente que esta postura puede haber sido producto de un desconocimiento más profundo del medio. Porque los videojuegos, en muchos casos, no nos aíslan: nos enseñan. Son obras de arte interactivas, narrativas que nos confrontan con lo mejor y lo peor del ser humano. Si algo nos hace humanos, es la capacidad de sentir, de empatizar, de cuestionar. Y sí, eso también pasa con un control en las manos.

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Quizá lo que Francisco nunca alcanzó a ver fue que los videojuegos también pueden ser activismo, también pueden formar comunidad, también pueden inspirar justicia. La pantalla no es una trinchera: a veces, es una ventana. Y desde ahí también se puede cambiar el mundo.

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