Transformó un pedazo de basura en la mítica mascota de Dragon Quest: Akira Toriyama era un genio absoluto

Mucho antes de que Akira Toriyama incursionara como diseñador de Dragon Quest, Yuji Horii, el creador de la serie, ya tenía claro lo que quería hacer: el problema era que Horii no tenía idea de qué estética otorgarle a su franquicia. Fue así como nació su espantoso diseño de la mascota de la saga, el Slime: un dibujo que tuvo que ser retrabajado por el creador de Dragon Ball junto con toda la identidad visual del juego.

El glow up que le hizo Toriyama a todo Dragon Quest

Como un intento de llevar la experiencia de los juegos de rol occidentales a un público japonés más amplio, Dragon Quest nació en 1986. Yuji Horii, apasionado de los RPG de computadora como Wizardry y Ultima, quería crear un juego accesible, con mecánicas simples pero una historia envolvente. De esta manera, con el apoyo de la revista Shonen Jump, donde trabajaba como editor, Horii consiguió contactar a Akira Toriyama a través de Kazuhiko Torishima, el editor del mangaka, quien vio el potencial de la colaboración.

Cuando Horii le mostró a Toriyama su idea para el diseño del primer monstruo del juego, el Slime, el resultado estaba lejos de ser icónico: una masa amorfa, casi un charco de moco con ojos. Pero la creatividad de Toriyama lo transformó por completo. En lugar de una figura grotesca, el mangaka diseñó una gota azul con una expresión amigable, simple y encantadora, que no solo se volvió la imagen más representativa de la saga, sino también uno de los monstruos más adorables en la historia del videojuego.

Fue así como la estética de Dragon Quest tomó forma gracias a Toriyama, quien, en plena publicación de Dragon Ball, aportó su estilo reconocible: personajes de ojos grandes, diseños expresivos y enemigos con gran personalidad. Cuando el juego salió en 1986, su apartado visual ya estaba marcado por su arte. De ahí nacieron creaciones icónicas como el Dragón Verde, los Caballeros Esqueléticos y el Rey Slime: seres que definirían la estética de la franquicia en las décadas siguientes.

Como puedes ver, el cambio que llevó a cabo Akira Toriyama en el dibujo de Yuji Horii fue lo mejor que le pudo haber pasado a Dragon Quest: no solo redefinió al monstruo más icónico de la franquicia, sino que imprimió su sello personal en todo el arte de la serie, a tal grado que al día de hoy resulta imposible pensar en Dragon Quest sin el arte del creador de Dragon Ball.

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