Podemos estar de acuerdo en que la segunda temporada de The Last of Us arrancó con fuerza. Apenas se ha estrenado el capítulo 2 y ha dejado claro que viene a remover emociones, a golpear donde más duele (y lo ha hecho, literal y narrativamente hablando). Sin embargo, como suele pasar cuando una obra transita del videojuego a la pantalla, algunos momentos se pierden en el camino.
Algunos se entienden, otros incluso pasan desapercibidos. Y luego están aquellos que simplemente extrañamos porque son el corazón de los personajes. Tal es el caso del encuentro entre Ellie y Dina tras su primer beso en la fiesta de fin de año, una de las escenas más íntimas y personales de The Last of Us Part II, que fue completamente omitida del segundo episodio de la serie en Max.
El momento Ellie y Dina que omite la serie
En el juego, este momento es casi un susurro en medio del caos. Una tregua emocional. Ellie y Dina, tras una noche que marcó un antes y un después en su relación, salen juntas a patrullar. La tormenta de nieve las obliga a buscar refugio, y terminan encontrando un viejo escondite de Eugene.
Ahí, entre posters polvorientos, cachivaches olvidados y una plantación de hierba escondida en un sótano, sucede algo que no tiene que ver con zombis, ni con venganza, ni con la violencia que permea el mundo en el que viven. Sucede algo real: dos chicas, explorando su vínculo, riendo, fumando, siendo vulnerables. Es uno de los pocos momentos en los que Ellie puede, por fin, bajar la guardia.

Sin embargo, en el capítulo 2 de la segunda temporada de la serie de HBO las cosas cambian. En lugar de compartir el patrullaje con Dina, como en el videojuego, Ellie lo hace con Jesse. Dina, por su parte, patrulla con Joel. Y sí, eventualmente Ellie también llega al refugio de Eugene y encuentra el escondite con hierba, pero lo hace con Jesse, y el tono es completamente distinto. Lo que en el juego fue un espacio de descubrimiento emocional se convierte aquí en una mera anécdota que no trasciende. Una escena funcional, pero vacía de ese significado íntimo que tanto dice sin necesidad de palabras.
Y esto no es un reclamo gratuito. Sabemos que las adaptaciones tienen que tomar decisiones. No todo cabe, no todo fluye igual en otro medio. Craig Mazin y Neil Druckmann ya lo han dejado claro: habrá cambios. Algunos son comprensibles, como ciertas omisiones para mantener el ritmo narrativo o introducir elementos antes de tiempo. Pero esta escena no era solo una “curiosidad” del juego, era uno de los pilares emocionales que construían la relación entre Ellie y Dina. Omitirlo es restarle capas a una de las relaciones más significativas de la historia.

Sí, probablemente más adelante la serie nos dé otros momentos tiernos entre Ellie y Dina. Puede que incluso algo más elaborado. Pero perder este instante en particular es privarnos a una pequeña ventana a la humanidad de ambos personajes.
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