
A veces, las mejores historias pasan desapercibidas. No porque carezcan de calidad, sino porque, por alguna razón, el ruido mediático no las alcanza. Eso es exactamente lo que ha sucedido con Blue Eye Samurai, una joya de la animación disponible en Netflix que, a pesar de su impresionante calidad y de haber ganado un Emmy, sigue sin recibir la atención que merece.
Mi descubrimiento de esta serie fue casi accidental. La encontre mientras navegaba en el catálogo de la plataforma de streaming buscando algo de anime para pasar mi fin de semana. Su pequeño teaser llamó mi atención y decidí darle una oportunidad. Y, créanme, valió cada segundo de mi tiempo.
Una joya oculta en el catálogo de Netflix
Blue Eye Samurai, creada por Amber Noizumi y Michael Green, nos transporta al Japón del período Edo, un tiempo en el que el Shogun había prohibido la presencia de hombres blancos en el país. Sin embargo, algunos permanecen ilegalmente. Aquí es donde entra nuestra protagonista, Mizu, una samurái de ojos azules que busca venganza contra aquellos que le arrebataron su identidad y paz. La historia no solo es una fascinante narrativa de venganza, sino también una exploración de la identidad, la discriminación y la lucha interna entre la justicia y la brutalidad.
Desde el primer episodio, Blue Eye Samurai establece un tono intenso y visualmente impactante. Había escuchado que era violenta, pero nada me había preparado para el nivel de sangre y crudeza que la animación presenta. Sin embargo, esta violencia nunca se siente gratuita; cada enfrentamiento es un testimonio del viaje de Mizu y del peso de sus decisiones. La animación en sí es impresionante, con un estilo visual detallado y una fluidez que rivaliza con las mejores producciones de anime tradicionales. A pesar de no ser una obra japonesa, su estética y narrativa evocan el espíritu de clásicos como Samurai Champloo y Ninja Scroll.
Uno de los puntos más destacados de la serie son sus personajes. Mizu es una protagonista profundamente compleja, con un pasado que justifica cada una de sus acciones. A lo largo de la serie, enfrenta dilemas morales que la obligan a elegir entre su venganza y la seguridad de aquellos que la rodean.
Entre sus aliados se encuentran Ringo, un entrañable hombre sin manos que insiste en convertirse en su aprendiz; Tagen, un espadachín engreído con un pasado ligado a Mizu; y Akemi, una princesa que busca escapar de un matrimonio arreglado. Cada uno de estos personajes cuenta con su propio arco narrativo bien desarrollado, lo que enriquece aún más la historia.
Pero ningún héroe brilla sin un buen antagonista. Abijah Fowler, es un villano aterrador y elocuente. Su arrogancia y depravación lo convierten en un enemigo formidable, con escenas que realmente ponen la piel de gallina, y si bien el guion presenta ciertos problemas en su desarrollo hacia el final de la temporada, deja la suficiente expextativa para una segunda temporada.
Blue Eye Samurai merece más reconocimiento del público
A pesar de sus pequeñas imperfecciones, la serie es una obra de arte que merece más reconocimiento. No es común encontrar una historia tan bien escrita, con una animación impresionante y personajes memorables, y que al mismo tiempo sea tan ignorada por el público general. Tal vez se deba a que Netflix no la ha promocionado con la misma intensidad que otras producciones, o tal vez sea porque, al no ser una obra japonesa, algunos puristas del anime la han descartado sin darle una oportunidad.
Sin embargo, Blue Eye Samurai cuenta con un 97% de calificación en Rotten Tomatoes y ha sido reconocida como una de las mejores series de televisión del último año. ¿Cómo es posible que algo con semejante reconocimiento siga sin volverse un fenómeno global? Parte de la respuesta puede encontrarse en su peculiar estilo de animación. Al combinar técnicas CGI con una estética tradicional japonesa, la serie ha generado opiniones divididas entre los fanáticos del anime. Pero lo que muchos no ven es que este enfoque representa una evolución del medio, una reinterpretación que, lejos de alejarse del anime clásico, lo revitaliza y lo lleva a nuevas alturas.
Con la segunda temporada programada para 2026, Netflix tiene una oportunidad única para corregir su estrategia de marketing y posicionar a Blue Eye Samurai como una serie imprescindible dentro de su catálogo. La gran pregunta es si la plataforma hará un esfuerzo real por atraer a la comunidad del anime o si los espectadores estarán dispuestos a darle una oportunidad por sí mismos. Porque, seamos sinceros, esta serie tiene todo lo necesario para convertirse en un clásico moderno.
Si aún no has visto Blue Eye Samurai, no sabes lo que te estás perdiendo. Es una obra poderosa, visualmente impresionante y emocionalmente profunda. Una historia de venganza, redención y autodescubrimiento que merece ser vista y discutida. Ojalá que con el tiempo reciba el reconocimiento que se ha ganado con creces. Hasta entonces, los que ya la hemos descubierto seguiremos recomendándola a quien quiera escuchar.
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