En el universo de My Hero Academia, estamos acostumbrados a una jerarquía natural del poder. Desde los primeros episodios, se establece una línea clara: quienes nacen con un Don poderoso están destinados a ser héroes o, por lo menos, a marcar la diferencia. Pero Vigilantes, el spin-off que se atreve a caminar por las sombras de esa sociedad idealizada, lanza una pregunta inquietante: ¿y si cualquiera pudiera volverse una amenaza?
Esa pregunta tiene nombre y apellido: Trigger, una droga que no solo potencia habilidades, sino que también dinamita las bases del mundo construido en torno a los Dones.
La importancia de Trigger en MHA: Vigilantes
Quienes ya vieron un poco de My Hero Academia tal vez recuerden su existencia: pequeñas dosis, efectos temporales. Algo que apenas roza los márgenes de la narrativa principal. Pero en Vigilantes, Trigger se vuelve protagonista, y con toda razón. No se trata únicamente de un potenciador, sino de una sustancia que pone en jaque el sistema. Lo que era una sociedad controlada por un puñado de héroes con fuerza sobrehumana, ahora se ve enfrentada a un enemigo imprevisible: cualquiera puede ser el villano del día.

Trigger nace como una droga legal, diseñada con buenas intenciones: ayudar a personas con Dones débiles. Y aunque eso suena justo, pronto queda claro que el verdadero problema no es la sustancia, sino el deseo humano de subvertir los límites. A medida que se populariza su uso ilegal, surgen distintas versiones, más agresivas y descontroladas. La más peligrosa, el Ideo Trigger, no solo amplifica el Don, sino que transforma por completo al usuario. No es solo más fuerte, es más violento, impredecible y monstruoso.
Ahí está el punto clave de esta amenaza: Trigger no necesita de un Don poderoso para hacer daño. Solo necesita de alguien desesperado por sobresalir, por ser escuchado, por cambiar su lugar en el mundo. Es la respuesta amarga al clasismo de los Dones: una herramienta de igualdad que termina siendo un motor de caos.

Y si algo demuestra My Hero Academia: Vigilantes, es que esta droga no es solo un arma, sino un síntoma. El síntoma de una sociedad que empuja a sus ciudadanos a buscar poder a toda costa. Porque mientras los héroes oficiales viven bajo los reflectores, los marginados, esos con habilidades inservibles a ojos de la opinión pública, viven entre la frustración y la resignación. Trigger es su revolución, aunque sea autodestructiva.
A diferencia de My Hero Academia, donde el poder se gana con entrenamiento o sacrificio, Vigilantes plantea una posibilidad más cercana y temible: el poder se puede comprar, inyectar, robar. Y cuando cualquiera puede volverse una amenaza, la línea entre héroe y villano se vuelve más delgada que nunca.
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